lunes, junio 16, 2008

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Un equipo de científicos del prestigioso Instituto Karolinska, en Suecia, determinó que el cerebro de las personas homosexuales tiene algunas diferencias respecto al de los heterosexuales.

En concreto, la simetría de los hemisferios y ciertas conexiones nerviosas de los gays son diferentes, lo mismo que ocurre con el cerebro de las lesbianas, según afirmó el estudio publicado en Proceedings of National Academy of Sciences.

Después de comprobar cómo las personas homosexuales procesaban los olores de manera distinta a como lo hacen las personas atraídas por el sexo opuesto, los investigadores del departamento de Neurociencia del Instituto Karolinska decidieron explorar directamente el cerebro y algunas de sus conexiones en 90 sujetos de distinta orientación sexual.

Estudios previos sugerían que las mujeres y hombres homosexuales tenían una estructura cerebral atípica para su sexo durante la realización de ciertas pruebas.

La actividad de los dos hemisferios no era la normal, cosa que podría explicarse por cambios en el volumen de los mismos. Eso fue precisamente los expertos suecos midieron utilizando la resonancia magnética en los participantes.

Feminización y masculinización

En el cerebelo –una estructura situada en la parte posterior e inferior de la cabeza rodeando al tronco del encéfalo, que integra una gran cantidad de información- no se detectaron diferencias llamativas.

Sin embargo, el cerebro de los homosexuales, en lugar de la disposición típica de su sexo muestra una similar a la del opuesto: el de los gays está feminizado y el de las lesbianas masculinizado.

En las mujeres "hetero" el hemisferio derecho suele ser más grande que el izquierdo, característica que se observa, paradójicamente, en los varones homosexuales.

"Las lesbianas, por el contrario, tienen un cerebro más simétrico, más parecido al de los hombres heterosexuales. El hallazgo encaja bien con observaciones anteriores", señalaron los autores Ivanka Savic y Per Lindström.

También detectaron, gracias al PET (tomografía por emisión de positrones), diferencias funcionales en una región llamada amígdala.

Esta estructura, que es bilateral -hay una en cada lado del cerebro- forma parte del sistema límbico y está implicada en el procesamiento y almacenamiento de las emociones.

En el caso de los varones gays, las conexiones de este pequeño centro informativo mostraban un patrón marcadamente femenino.

Se establecían preferentemente desde la amígdala izquierda hacia la contralateral, el cingulado anterior, el núcleo subcalloso y el hipotálamo.

Por el contrario, la amígdala derecha de las lesbianas era, al igual que en los hombres heterosexuales, la más dominante y establecía comunicación con los núcleos caudado, putamen y el córtex prefrontal.

Genética o ambiente

Para Francisco Mora, profesor de fisiología humana de la facultad de medicina de la Universidad Complutense de Madrid, estas diferencias pueden explicarse a través de influencias sociales, sicológicas y culturales.

"La amígdala es la puerta de entrada al sistémica límbico. A ella llega toda la información sensorial, que emocionalmente es neutra, y en ella se le confiere una categoría (bueno, malo, etc.)", explicó a el diario El Mundo.

"Aunque en esta estructura existan circuitos que están preprogramados, es necesario aprender para hacer esa clasificación", añade.

Desde este punto de vista, "los patrones culturales son capaces de modificar física y químicamente el cerebro" de forma que las observaciones de los científicos el Instituto Karolinska pueden explicarse a partir del ambiente y no serían innatas sino adquiridas.

Campo de estudio controvertido

Si el homosexual nace o se hace es una vieja pregunta; y su respuesta, temida por muchos.

La posibilidad de que la orientación sexual sea algo innato, es decir, que tenga un sustrato biológico, podría abrir de nuevo la puerta a la búsqueda de una cura para esta condición que dejó de ser considerada una enfermedad por la Organización Mundial de la Salud hace 18 años.

Por otro lado, que la orientación sexual venga "de fábrica" daría la vuelta al argumento "contra natura", ya que de venir determinado por los genes, el homosexual estaría siendo exactamente lo que es.

Desde que el polémico científico Simon LeVay hiciera públicas en 1991 en la revista Science sus conclusiones acerca de las diferencias entre el cerebro de homosexuales y heterosexuales, muchos estudios han detectado ciertas divergencias entre unos y otros.

Los trabajos con hermanos gemelos dejan entrever cierto papel de la impronta genética en la orientación sexual, que, sin duda, tendrá su influencia.

Pero también el ambiente es determinante, como revelan los porcentajes de hijos adoptados por homosexuales que prefieren a parejas de su mismo sexo, un 14 por ciento frente al dos por ciento de la población general.

Los autores suecos parecen inclinados hacia la teoría multifactorial. En la cuestión del dimorfismo sexual del cerebro, "hay que tener tres factores en cuenta: el entorno, la genética y las hormonas". (Agencias)