domingo, diciembre 17, 2017

Un comentario sobre el libro "The Brain Defense", de Kevin Davis.



En este libro el periodista Kevin Davis realiza una investigación muy acuciosa que cuestiona varios de los presupuestos tradicionales sobre el libre albedrío y las responsabilidades legales que han imperado en los criterios que se usan en las cortes de justicia para determinar la culpabilidad y especialmente el justo castigo o pena (o eventualmente terapia o rehabilitación), que los acusados en que se encuentra daño orgánico cerebral, realmente merecen.

Todo ello en vista de un nuevo factor que asoma cada vez con más frecuencia en los juicios: el uso de datos neurocientíficos.

El comportamiento humano es el tema al cual he dedicado mi especial interés durante los últimos años, y por tanto rápidamente pude constatar la importancia de estar al tanto de los contenidos de este libro.

Con el avance de la tecnología disponible para estudiar el cerebro viviente, como son las imágenes funcionales de resonancia magnética (fMRI) y el barrido de positrones (PET scan), entre otros, nos encontramos al principio de una era en que se logrará, algún día, observar con todo detalle lo que está ocurriendo en un cerebro determinado, y si éste está sano (o "normal"), o patológico ("enfermo o anormal"), y si ésta distinción alcanza a constituir excusa legal total o parcial respecto de una determinada conducta.

Aún estamos bastante lejos de tener una capacidad de análisis cerebral funcional con gran detalle y precisión, y esto se ha demostrado así en las cortes de justicia, tal como Davis nos relata en su libro, donde numerosos expertos han destacado las limitaciones de la información disponible, por lo que no es posible aún explicar en base a ella el comportamiento específico de un acusado individual. Por el contrario, se ha llegado a instancias de abuso de esta tecnolología, pretendiendo usar argumentos neurocientíficos en el máximo número posible de casos, más allá de lo atingente que ello parezca.

No obstante lo anterior, la importancia del estudio cerebral no puede ser ignorada, pues se irá recurriendo a él cada vez más, y no sólo restringido al ambiente judicial.

Hasta ahora, el declarar a un acusado inimputable por razones de una alteración mental severa ha estado tradicionalmente restringido al ámbito siquiátrico, y sólo durante los últimos años se ha recurrido a la herramienta de presentar estudios orgánicos cerebrales para tratar de explicar una conducta criminal. Tal como ya he señalado, hasta ahora su incidencia en modificar resultados judiciales ha sido modesta, pero éste es sólo el principio.

En este libro, Kevin Davis realiza un análisis detallado del caso de Herbert Weinstein, un hombre ya mayor que en un arranque de furia durante una discusión, da muerte a su esposa. Ello sin haber tenido nunca antes una conducta violenta o agresiva con su familia, sino todo lo contrario. En estudios realizados a este imputado durante su juicio, se le descubre la existencia de un quiste enorme en el lóbulo frontal de su cerebro, lo cual podría haber tenido alguna participación en su capacidad de autocontrol, explicando hasta cierto punto su violenta reacción.

Aparte de este caso, el autor nos muestra todo un conjunto de evidencia creciente que está apareciendo referida a la Encefalopatía Traumática Crónica, una condición que afecta a quienes han sufrido repetidos golpes en el encéfalo, como es el caso de boxeadores y jugadores de fútbol americano. Esta condición ha sido analizada en vivo, y especialmente en estudios post mortem, pudiendo establecerse la existencia de un severo daño cerebral. Jugadores famosos que han incurrido en conductas violentas que los han hecho comparecer ante los tribunales, han mostrado importante daño cerebral que podría ser causal de un cambio drástico de su conducta.

Este libro de Kevin Davis es una contribución fundamental que nos permitirá tener presente este trascendente tema: la importancia de una disfunción cerebral orgánica como causa, o al menos como participante en provocar conductas violentas, y pone un signo de interrogación sobre el libre albedrío absoluto y la responsabilidad que puedan tener los imputados.

Mi interés en llegar a conocer a cabalidad los verdaderos determinantes de la conducta humana, respecto de lo cual he escrito ya varios capítulos y artículos, en español e inglés, y que pueden ser seguidos desde este blog, va por cierto más allá de lo que concierne al ámbito estrictamente judicial, pero sin duda el aporte de este autor con "The Brain Defense" es de suma relevancia, por todas sus implicancias, tanto presentes como futuras.

Felicitaciones a Kevin Davis por su trabajo!


Jorge Lizama León

Santiago, diciembre 2017