lunes, enero 17, 2011

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Cambios en el cerebro de los adolescentes explican por qué son más arriesgados.

Menor actividad de las neuronas del hipocampo y la amígdala haría a los adolescentes, temporalmente, menos sensibles a su memoria de miedo.

por Alexis de Ponson M.

Siempre apurados, adictos a la novedad y prácticamente despreocupados de los peligros que envuelven sus acciones. Este es el clásico estereotipo del adolescente: una suma de actitudes arriesgadas e irreflexivas que atormentan a sus padres, pero que tendrían una explicación biológica, según una reciente investigación de las universidades de Nueva York, Cornell y Brown en Estados Unidos.

Un grupo de expertos descubrió que durante la adolescencia se producen cambios en el patrón de actividad de las áreas del cerebro que almacenan la memoria sobre el miedo, lo cual generaría una supresión temporal de estos recuerdos.

Para llegar a esta conclusión, los científicos examinaron la conducta de ratones pequeños, jóvenes y adultos sometidos a una serie de pruebas de miedo, en una jaula especialmente acondicionada. Así, constataron que mientras los ratones pequeños y adultos se paralizaban frente a situaciones que les causaban miedo, no ocurrió lo mismo con sus pares adolescentes, es decir, no reaccionaban frente a situaciones que en otras etapas de su vida podrían producirles temor.

Posteriormente, los investigadores estudiaron los cerebros de los participantes. De esta manera, observaron que los ratones adolescentes tenían una menor actividad neuronal en la amígdala y el hipocampo, en comparación con sus pares menores y más adultos. Mientras la amígdala está encargada del procesamiento de las emociones como el miedo, el hipocampo es responsable del correcto funcionamiento de la memoria."Las experiencias de miedo, en la medida en que son significativas, se graban como otras experiencias de otro tipo a nivel del hipocampo y la amígdala y ahí habitualmente se almacenan", explica Marco Manríquez, neurólogo infantil de la Clínica Alemana.

A partir de los datos arrojados por el estudio, los autores plantean que una menor actividad en estas áreas derivaría en una especie de hiposensibilidad al miedo en estos individuos, lo cual los llevaría a actuar de manera arriesgada. Una especie de ventana que se abriría al inicio de la adolescencia hasta el ingreso a la adultez, cuando se cerraría. Una situación momentánea producida por la evolución del cerebro durante la adolescencia.

"Desde una perspectiva evolutiva, una supresión temporal del miedo contextual durante la adolescencia puede ser altamente adaptativa, ya que se produce justo cuando el ratón adopta conductas exploratorias para salir del nido", dice el estudio publicado en la revista de la Academia Nacional de Ciencias de EE.UU.

Una explicación que puede resultar exasperante o preocupante para los padres, pero que también se aplicaría a los humanos, según explica Manríquez: "La adolescencia es una etapa de exploración y si se tiene miedo, eso impediría explorar", explica.

Curiosamente, la información sobre situaciones de amenaza que el cerebro procesa en la adolescencia, no se pierde durante esta ventana de supresión del miedo, sino que es almacenada y podrá ser ocupada por el cerebro una vez que la adolescencia haya terminado.

Este hallazgo se suma a un estudio previo realizado por la U. de Texas, que descubrió que los adolescentes tienen una mayor actividad en el sistema mesolímbico de la dopamina, hormona que proporciona una sensación de bienestar y placer.